PROYECTO DELTA

SOY DE ACÁ

¿Qué lo hace a uno revestir el título de isleño? El concepto es difuso pero la sentencia es clara: isleño se es o no se es. No hay grises al momento de entregarse a la voluntad del río, sin más ley que el devenir de las aguas. Al río se lo ama o se lo maldice, no existe indiferencia posible. Es ese punto medio entre elección y destino, más cercano a la pasión. El derecho de piso para esbozar la calidad de isleño parece ser de toda una vida y quien nace y se cría en isla no dejará de serlo nunca. Por más que se vaya lejos, el río marcará sus pasos hasta el final de los días. 

Pero aquellos que llegamos a las islas de las formas más curiosas y variadas, siempre seremos de afuera. Por más que rememos hasta el rancho o levantemos nuestro espinel, por más que manejemos hábilmente una escopeta en la noche cerrada o sepamos por el viento cuando viene la crecida. Todavía careceremos de ese arraigo que viene de lo profundo del barro y que no es cuestión de interpretar o de aprender, sino simplemente de sentirse de acá.