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Gavdos

Gavdos es el punto más austral del continente europeo. Anclada en el mar Mediterráneo, se sitúa a unos veinte kilómetros de Creta, la mayor de las islas griegas.

 

Algunos la sitúan como la épica Ogigia, donde Ulises quedó retenido por la bella Calypso durante siete años.

 

Agua cristalina, playas vírgenes de arena fina, acantilados rocosos, una vegetación única. Su difícil acceso y su escasa población estable, la convierten en uno de esos pocos paraísos perdidos que solo en sueños se encuentran.

Gavdos, Mar Mediterraneo - Grecia - Agosto 2019

Un cosquilleo entre sus pies lo despertó. El rumor avasallante del mar, la frescura de cada ola quebrando sobre su cuerpo, volviéndolo espuma crujiente. El sol, lento e intenso se asomó sobre esa piel curtida en sal. La arena se hizo cuerpo tronando entre sus dientes.

 

De un lado, más arena y piedras y árboles de enebro creciendo a ras del suelo con una sed insoportable. Enfrente, el mar. Diáfano y difuso en el horizonte, cercado por una muralla imbatible de piedra que se alza en la lejanía, brumosa y solo perceptible en sombras.

 

Siete años estuvo retenido Ulises. La memoria es una caja de Pandora. La historia, fábula de quien la narra y verdad para quien la olvide.

 

Sediento, el camino lo condujo entre acantilados de roca árida que se deshacían con el tacto. Todo se volvía polvo. La arena, las piedras, sus ideas. Calypso estaba por doquier. Ente las olas, tirada en la playa a la sombra de un enebro, majestuosamente desnuda. Ulises también, desarrapado y dudoso.

 

Un concierto de chicharras lo acompañaba cada tarde que se metía al árido monte en busca de madera para su balsa. Su anhelo de dejar esa isla era tan fuerte como el que lo seducía a quedarse. Cada día armaba con empeño una parte del navío y por las noches lo deshacía para reforzar su guarida del viento, su único confidente en las noches estrelladas.

 

Creyó ver a cientos de otros como él, mujeres desnudas en el azul infinito crepitando las aguas cristalinas. Hombres vigorosos de edades indecibles. Allí estaban y allí estaba él, vagando entre las rocas, reinventando su ilusión.

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