top of page

Sueño del Putumayo

Anoche amanecí en tu desvelo,

daban vueltas serpientes taciturnas.

Traficando sombras la noche tejió un conjuro de remanso

y el cuerpo hecho girones dilapidaba mis ideas mas férreas.

Entrevero de frio y calor en un tiempo sin estaciones donde detenerse,

algo se corrió de su eje para observar sin trampa.

Fiebre indígena del Putumayo aplacada por el caucho y las llamas de la inquisición,

flor que no se marchitará mientras transcurra la palabra.

Violento amor de madre que roza la locura,

por lo que arda una noche y caiga la candela.

Valle de Sibundoy – Alto Putumayo, Colombia (Febrero 2016)

"No todo debe ser contado. Mucho menos al blanco."

 

Una serpiente se enlaza y sube por mis tobillos, muerde la retina e inyecta su remedio. Sobre los ojos caídos desfilan paisajes oníricos, visiones del presente en otro tiempo y espacio, mientras el Taita escupe aguardiente y destila un padrenuestro en lengua.

 

Abuelo, padre e hijo comparten ceremonia y mantienen la tradición viva de generación en generación. Un círculo de fuego los contiene replicando el profundo y tosco amor de quien debe caminar solo por un rato, batallando con el cuerpo para aclarar la mente.

 

La vía oral nativa trastabilla cuando la cultura colona se filtra por todos lados, imponiendo su efectismo en el corto plazo.

 

El basto desarrollo ancestral cobra recelo y despliega su sabiduría y sus remedios a escondidas de lenguas infames, que extrapolan experiencias con falsos taitas y curanderos de pacotilla, de grandes carteles, a toda la comunidad. Se doblega su brazo inquebrantable y veraz, forjado en el monte y en el presente milenario que se trama alrededor de la naciente del río Putumayo.

 

"Que cueste llegar", repite una y otra vez desde su rostro hundido en la experiencia una médica nativa de Sibundoy. Y es que siempre costó llegar a este conocimiento que mira a través y con las manos. Porque el camino debe ser largo y requiere una paciencia de tejido comunal. Sin métodos simples, sin recetas ni pretensiones. Solo tiempo y escucha.

 

bottom of page